El uso del metal dorado está mucho más extendido de lo que pensamos. Seguramente, lo primero que se viene a la cabeza cuando pensamos en este metal es su uso en joyería. Lo cierto es que este sector utiliza la mayoría del oro que se mueve en el mundo, pero, en la actualidad, más allá de la ornamentación, este metal se ha convertido en necesario e insustituible en algunos sectores estratégicos.

Uno de ellos es la industria aeroespacial, dirigida al diseño, fabricación, comercialización y mantenimiento de aeronaves, naves espaciales y cohetes. Incluyendo igualmente equipos específicos de propulsión o sistemas de navegación.

El uso del oro está muy extendido dentro de la industria aeroespacial. Por ejemplo, la visera de los cascos de los astronautas está recubierta por una fina capa de oro, y esta película actúa como protección contra las intensas radiaciones del espacio.

Pero en este sector el empleo del oro no se reduce solamente a los cascos de los astronautas, se trata de un material utilizado de forma generalizada dentro de esta industria debido a que es muy confiable y de gran resistencia, lo que es fundamental para el éxito de las misiones espaciales.

El oro está presente de forma generalizada en el interior de las naves espaciales en forma de una película de poliéster recubierta de oro que protege a la nave de la radiación infrarroja y de las temperaturas extremas.

En la industria aeroespacial el oro se utiliza también como parte de una película protectora que actúa como lubricante para evitar la fricción entre los distintos componentes móviles.

¿Cómo y porque se integra el oro en las naves aeroespaciales?

  • Revestimiento de oro. Siendo un metal de limitada accesibilidad, parecería extraño que una nave espacial pueda estar prácticamente recubierta de oro. La realidad es que el oro es un muy eficaz reflector del calor y de la luz infrarroja. Además, tiene una ductilidad o maleabilidad extraordinariamente alta, de modo que puede ser moldeado en láminas extremadamente finas. Así, 1 onza de oro igual a unos 30 gramos puede extenderse en casi 30 m2 de superficie con un espesor de 5 centésimas de micra. Este recubrimiento protege también las naves espaciales de las altas temperaturas y la corrosión. De hecho, se ha diseñado una película hecha de Kapton y una fina capa de oro, aluminio o plata especialmente con este fin. Además, todas las ventanas de un transbordador espacial están revestidas de láminas de oro.
  • Lubricante de oro. También es interesante destacar que, en el vacío del espacio, los lubricantes orgánicos se volatilizan y no llegan más allá de la atmósfera terrestre. Como el oro tiene una resistencia al cizallamiento muy bajo y una ductilidad muy alta, es fácil crear películas finas que sirven como lubricante entre las partes móviles críticas de la nave. De esta manera se asegura que, en las zonas importantes, las moléculas de oro se deslicen una sobre otra bajo las fuerzas de fricción proporcionando una acción lubricante.
  • Circuitos de oro. También, como es obvio, cada vez que se lanza un vehículo espacial se pretende que funcione el máximo tiempo posible ya que no hay posibilidad de realizarle un mantenimiento. Cada vez que se fabrica una nave que se lanzará al espacio se pretende garantizar al máximo su funcionamiento. Siendo el oro uno de los materiales que mejor conducen la electricidad, los circuitos de estos dispositivos se construyen con este metal.

¿Sólo se utiliza en las naves aeroespaciales?

No obstante, la utilización del oro en la industria aeroespacial no se limita solamente a las naves.

  • La indumentaria espacial de oro. El precioso metal se utiliza en todos los trajes espaciales. Los cascos deben estar equipados con filtros bañados en oro. La plata también se usaba para recubrir los cascos, pero no funciona tan bien, pues se calienta demasiado rápido al reflejar muy bien la luz. Por eso, el oro es el único metal que se utiliza para este propósito. Con el fin principal de proteger los ojos de los astronautas de la luz solar sin filtrar, los cristales de los cascos espaciales incorporan oro en su construcción para reflejar la luz infrarroja sin interferir con la luz visible.
  • Discos de oro. Hay discos de oro en las sondas interplanetarias «Voyager -1» y «Voyager -2» de la NASA. Las sondas contienen distintos sonidos grabados, saludos en 55 lenguas y 116 fotografías de la Tierra, y de algunas plantas, animales y paisajes. Esta colección de materiales tiene la finalidad de establecer algún tipo de comunicación con posibles vidas extraterrestres, y el oro la mantiene a salvo de la erosión, del polvo cósmico y otros peligros del espacio.​
  • El espejo de oro. El espejo de oro más famoso del mundo se ha montado en el telescopio espacial James Webb. Consiste en 18 segmentos hexagonales y pesa 705 kg. Cada segmento del espejo está hecho de berilio y está recubierto con una gruesa capa de 100 nanometros de oro. Este telescopio detecta los rayos infrarrojos gracias al oro, en el que se reflejan.
  • El cubo de oro. En 2015, la NASA junto a la Agencia Espacial Europea presentaba el satélite LISA Pathfinder. Permite a los científicos recoger datos sobre la distribución del polvo cósmico como resultado del movimiento de asteroides y cometas. Hay dos cubos de oro y platino de dos kilos cada uno en caída libre dentro del satélite para comprobar si es seguro transportar metales preciosos.

Así pues, la utilización del oro es generalizada en la industria aeroespacial sea incorporado en la construcción de las propias aeronaves como en todo aquellos elementos relacionados o auxiliares que han de someterse a las exigentes condiciones del espacio exterior. El oro ofrece fiabilidad, resistencia, adaptabilidad y en suma un conjunto de características que permiten el desarrollo de estas exigentes misiones espaciales con un nivel más alto de seguridad y eficacia. Hoy por hoy la sustitución del oro se produce paulatinamente en algunas de las aplicaciones, mientras aparecen nuevas posibilidades para el preciado metal.

Desde hace más de 50 años de actividad aeroespacial de la humanidad, se ha utilizado el oro como parte sustancial de su tecnología y su incorporación se ha incrementado progresivamente para mejorar prestaciones y eficiencia. Hoy en día, hemos puesto en el espacio una cantidad de oro importante, tanto en volumen como en valor, que constituye de algún modo un patrimonio orbital de la humanidad.