En un contexto en el que el cambio climático es ya uno de los desafíos más urgentes para la humanidad, son muchos los sectores industriales que toman conciencia y suman esfuerzos para reducir su impacto y contribuir desde la innovación a alcanzar los objetivos de sostenibilidad. En contra de lo que muchos puedan pensar, el sector minero juega un papel clave y determinante ante la alarma climática. Y es que gracias a la minería se consiguen las materias primas imprescindibles para lograr nuevas fuentes de generación de energías verdes.

La importancia de los minerales críticos

El litio, el tantalio o el cobre son algunos de los minerales denominados como “críticos”, es decir, esenciales para que la transición verde sea una realidad. Esto se debe a que son materiales indispensables para el desarrollo y la producción de las tecnologías limpias, como los paneles solares, las baterías de iones de litio, los vehículos eléctricos y las turbinas eólicas. Por ello, diferentes organismos los han recogido en distintas listas que los señalan como minerales de alta demanda y necesidad.

Los minerales no calificados como críticos también juegan un importante papel en la estrategia frente al cambio climático, aunque su abundancia y localización no los hacen tan determinantes específicamente en la transición energética.

En el caso de la Unión Europea, se han identificado 36 elementos como estratégicos y se ha llamado la atención a países como España, apremiándolos para que se realicen los cambios necesarios en sus planes de exploración y explotación evitando quedarse atrás en la carrera de la transición energética frente a otras naciones más avanzadas en la extracción y producción de metales. De hecho, la UE instaurará una Junta Europea de Materias Primas Críticas que marque las pautas para conseguir este objetivo: producir al menos el 10% de los materiales estratégicos necesarios cada año, y procesar al menos el 40%.

Es importante reseñar que los yacimientos minerales se localizan donde la geología y la naturaleza han decidido y no podemos reubicarlas a nuestro gusto para que su explotación se desarrolle donde nuestras restrictivas políticas determinen como más conveniente. Ello supone centrar nuestros esfuerzos en descubrir los yacimientos y habilitar los adecuados mecanismos de explotación para permitir una actividad sostenible y con impactos totalmente reversibles. Limitar nuestra dependencia en materiales tan necesarios se convierte en un asunto crítico de estado.

Según las últimas previsiones de Benchmark Minerals, se estima que se necesitan al menos 384 minas de grafito, litio, níquel y cobalto –las materias primas más comunes en este campo– para poder satisfacer la demanda de coches eléctricos y baterías para las próximas décadas. Incluso aunque se consiguiese incrementar en gran medida el reciclaje de baterías, todavía seguirían siendo necesarias 336 minas.

A pesar de que la necesidad de estas materias es clara y urgente, los todavía existentes prejuicios y polémicas en relación al sector ralentizan la explotación de los yacimientos y el consiguiente desaprovechamiento de los recursos: en España, se ha pasado de 4.114 a 2.629 explotaciones mineras desde 2008 hasta el 2020.

El Comité Social y Económico Europeo asegura que la industria depende en más de un 70 % de materias primas minerales. Gran parte de estos recursos provienen de la exportación de otros continentes a pesar de la existencia y riqueza de los yacimientos europeos. Por ello, dejar atrás los falsos prejuicios en contra de la industria minera e impulsar el sector extractivo autóctono será esencial para asumir los retos y objetivos del futuro y que un país como España, tan rico en minerales, pueda situarse a la cabeza del cambio de la transición energética europea.

Compromiso y sostenibilidad

La sostenibilidad es una obligación y un aspecto estratégico para todas las compañías y, por tanto, es una cuestión que debe atenderse de forma prioritaria. Las grandes empresas mineras ya han comenzado a crear sus propios comités de sostenibilidad para aplicar aspectos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en su actividad. Por su parte, los inversores privados y públicos han comenzado a exigir que las empresas cumplan con el compromiso verde. Organizaciones como el Banco Mundial (BM), ante el enorme desafío e inversiones que deberán desarrollar en el ámbito minero, ha creado un fondo para respaldar proyectos innovadores de minería verde, con una mínima huella ambiental y climática.

En definitiva, es indiscutible la necesidad de valorar el papel de la industria para enfrentar los desafíos del futuro y poder afrontar con éxito el reto de la transición energética. Para ello, es necesario comprender que la minería de hoy es un sector sensibilizado con el entorno, comprometido con los objetivos internacionales de sostenibilidad y con todos los recursos tecnológicos para llevar a cabo su actividad con un impacto ambiental mínimo.