Desde hace algunos años los proyectos mineros incluyen en su diseño y desarrollo y como parte consustancial de los mismos, los Planes de Restauración que determinan a priori el estado que adoptarán las áreas modificadas por la actividad minera una vez finalizada esta.

Habitualmente las propuestas de restauración se desarrollan de manera paralela y progresiva con el avance de la explotación, de modo que se equilibren las afecciones con la rehabilitación y se pueda controlar la evolución y bondad de las soluciones expuestas.

El principio fundamental que rige la rehabilitación de los espacios mineros es la recuperación de los usos originales, pero con absoluta frecuencia se desarrollan y generan hábitats de flora y fauna, que contribuyen de manera significativa a la biodiversidad del entorno.

El Plan de Restauración es además un compromiso, de la compañía promotora de la explotación, para asegurar la correcta adecuación de las áreas afectadas una vez finalizados los trabajos mineros. Esta adecuación se garantiza además con los pertinentes avales financieros determinados por la administración.

Entre los miles de explotaciones mineras que en España y Europa desarrollan su actividad con planes de explotación y restauración debidamente planificados, autorizados y gestionados os dejamos algunos ejemplos de especial significación:

Los ejemplos presentados corresponden a minas a cielo abierto, pues su afección es de mucha mayor magnitud e intensidad. No obstante, existen también numerosos ejemplos de explotaciones subterráneas cuyo menor impacto también es gestionado por Planes de Restauración adecuados y con los mismos objetivos que los presentados.

1. Meirama (A Coruña)

Ubicada en la provincia de A Coruña, Meirama oculta una antigua mina de lignito pardo bajo su gran lago. En 2008 comenzaron los trabajos de regeneración de la zona y el hueco dejado por la mina fue ocupado por un lago de más de 300 metros de profundidad y 2 kilómetros de longitud. La empresa encargada realizó una intervención en más de 1000 hectáreas, incluyendo el lago artificial.

Hoy en día el lago está considerado una de las principales reservas hídricas de Galicia y abastece a más de 400.000 hogares del área metropolitana de A Coruña, tras la minuciosa gestión y control de su calidad.

© Fotografía de Naturgy con fines puramente informativos

2. Centro minero Peñarroya (Córdoba)

Perteneciente a la provincia de Córdoba, el centro minero estuvo en uso durante más de 50 años hasta 2010, desarrollándose extracciones subterráneas y a cielo abierto. Los trabajos de restauración se plantearon para que las explotaciones a cielo abierto pudiesen generar superficies de terreno estables integradas en el paisaje, que pudieran dedicarse a un uso productivo, intentando restablecer la función del ecosistema preexistente. Se trató el subsuelo mediante descompactación para permitir las infiltraciones de agua y la penetración de las raíces una vez vertida tierra vegetal por la zona. Se replantaron árboles y arbustos. Los huecos resultantes se convirtieron en lagos artificiales rodeados por vegetación por los que ahora transita fauna acuática.

3. Emma (Ciudad Real)

Situada en Puertollano, y activa durante 40 años hasta 2015, es una antigua mina de carbón a cielo abierto reconvertida en zona de cultivo fundamentalmente olivar. Los trabajos de restauración comenzaron en 1981, simultaneados con el al trabajo extractivo, minimizando, de este modo, la ocupación de la mina.

Gracias al trabajo de recuperación se han obtenido 669 hectáreas destinadas a cultivos de cereales y pastos, 126 hectáreas de cultivo de 27.950 olivos y frutales, 104 hectáreas de vegetación autóctona y 36 hectáreas ocupadas por un lago y zonas de humedales.

4. As Pontes (A Coruña)

Esta antigua mina de carbón, en activo desde los años cuarenta hasta 2007, es una referencia, por su contenido y magnitud, en cuanto a regeneración. Desde 1985, el programa de restauración comenzó centrándose en la escombrera exterior, procediendo con una remodelación del paisaje y la construcción de una cubierta vegetal. La restauración acompañó la actividad de la mina hasta su cierre, adecuando las características fisicoquímicas de los sustratos, recuperando y tratando el sustrato vegetal e implantando la cubierta vegetal. Todo ello gestionado a través de un mantenimiento sistemático.

El espacio que ocupaba el antiguo hueco de la mina se ha convertido en el mayor lago de España, con 865 hectáreas y 547 hectómetros cúbicos de agua. Se han regenerado zonas de bosque y matorral, con la aparición de varias charcas complementarias al lago, donde se han implantado de forma natural la flora y fauna acuáticas autóctonas, gracias a su integración en el entorno. El espacio es, además, una zona recreativa donde se practican deportes acuáticos, con zonas de baño y recreo.

Se han identificado 217 especies vegetales y 205 especies de animales vertebrados, convirtiéndose en un espacio de reconocida riqueza biológica.

La finalidad de la restauración minera no es otra que devolver los terrenos a su estado natural previo a la intervención, mejorándolos incluso, con la creación de nuevos ecosistemas adaptados a las necesidades del entorno.

Existen multitud de ejemplos, y cada vez son más los que podemos tomar como referencia de buenas prácticas en regeneración. Todos ellos demuestran el compromiso real de la minería con la sociedad, fortaleciendo las zonas en las que se asientan y aportando valor añadido a todas las partes interesadas.

La minería sostenible va más allá de la propia actividad extractiva, comprometiéndose con el entorno, el ecosistema, y la preservación del futuro.